La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad degenerativa a nivel cerebral, es decir, una vez que inicia su curso clínico muestra una evolución progresiva y gradual. Se caracteriza por un inicio lento y sinuoso que hace complicado observar precozmente los síntomas y por tanto realizar un diagnóstico temprano.
Aunque ya se conocen algunos de sus procesos neuronales, ciertas proteínas implicadas en la degeneración y varias lesiones concretas que se producen en el cerebro de la persona que sufre la Enfermedad de Alzheimer, todavía la etiología de este gran mal (su origen), que afecta a más de un millón de personas en España, es desconocida. Sin el conocimiento de la causa que la origina resulta muy complejo hallar un tratamiento curativo.
La Enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia en mayores de 65 años, las personas que la manifiestan sufren una reducción de su capacidad intelectual, afectando ésta a todas las áreas cognitivas superiores (razonamiento, juicio, memoria, lenguaje, personalidad, etc.) y limitando a la persona en su área social, familiar y laboral si todavía la desarrolla.
Las lesiones cerebrales propias del Alzheimer que se conocen hasta ahora y las más importantes son: la reducción y muerte neuronal, el desarrollo de unos cúmulos tóxicos de la proteína extraneuronal beta amiloide (denominados placas neuríticas) y la formación de ovillos neurofibrilares dentro del tronco de la neurona debido a la degeneración de la proteína Tau, que es la encargada de ensamblar nuestra estructura interna neuronal y que pierde su función. Estas lesiones afectan a las sinapsis dificultando el correcto paso de los impulsos nerviosos entre unas neuronas y otras, lo que conlleva un debilitamiento de las mismas, su atrofia y consiguiente muerte.
Las personas que sufren La enfermedad cursan síntomas de diversos tipos. En primer lugar cognitivos, como pérdida de memoria reciente, falta de razonamiento, dificultad en el pensamiento y en la toma de decisiones, desorientación, problemas importantes en el lenguaje, etcétera. En segundo lugar funcionales, como la dificultad en el aseo, en el vestido, en su alimentación,… En tercer lugar conductuales, como deambulación errante, insomnio, irritabilidad, apatía, alucinaciones, delirios, desinhibición, ansiedad, síntomas depresivos, etc. Y por último físicos, en tanto se produce una pérdida progresiva de movilidad, falta de coordinación, insuficiencias respiratorias y descontrol de esfínteres entre otros.
Es importante destacar que aunque no existe una cura para la Enfermedad de Alzheimer, sí que hay tratamientos para estas personas, tanto farmacológicos como no farmacológicos.
Estos tratamientos tienen efectos modestos, pese a lo cual se consideran eficaces al cumplir con el objetivo de ralentizar la enfermedad durante un tiempo en la mayoría de sujetos. Tanto el tratamiento farmacológico a nivel neurológico como la estimulación cognitiva son tratamientos considerados igual de beneficiosos para la persona, y que además de fortalecer las neuronas y las conexiones neuronales sirven para actuar frente a los síntomas, reduciéndolos en muchos casos de una manera significativa, lo que implica la mejora de la calidad de vida de las personas que sufren la enfermedad y supone también un impacto positivo en la vida de sus familiares.
La Enfermedad de Alzheimer afecta también al entorno cercano y sobre todo a las personas que asumen parte del cuidado (o el cuidado completo). Cuando esta enfermedad se instaura en el núcleo familiar los cuidadores principales muestran una sobrecarga asociada a la misma, debido a la alta demanda de cuidados que requiere el enfermo, al continuo cambio que muestra la enfermedad y a la capacidad de adaptación permanente que deben demostrar los familiares al tener que ir adaptándose a las necesidades del enfermo, sin darles tiempo en muchas ocasiones a asimilar lo que realmente está ocurriendo.
Hay que entender que la Enfermedad de Alzheimer es una enfermedad larga y con muchas complicaciones. El enfermo y los cuidadores a su cargo pasarán por situaciones muy difíciles y dolorosas, con una carga emocional intensa debido al nivel de exigencia de esta enfermedad, a las horas de cuidado que demanda la persona que la padece, al vínculo emocional existente entre el cuidador y el enfermo, y por supuesto al declive progresivo de la persona enferma que genera un profundo sentimiento de tristeza en el cuidador.
Por tanto, es de máxima importancia no focalizarse sólo en el cuidado del enfermo, sino en el hecho añadido de la atención a las personas implicadas en el cuidado del enfermo, dado que en la práctica también éstas sufren la enfermedad y desarrollan sintomatología negativa física y psicológica derivada de la sobrecarga emocional de su tarea (cuidar a un enfermo de Alzheimer). Así pues, los cuidadores deben estar sanos emocional y psicológicamente para afrontar la enfermedad con garantías y proporcionar una adecuada atención al enfermo.
Para ello, es necesario que los familiares cuiden también su propia salud, se procuren descansos, mantengan lazos afectivos y sociales significativos, deleguen tareas, hagan uso de los recursos públicos y privados, busquen información, ayuda terapéutica y apoyo psicológico en profesionales. Desde las Asociaciones de Alzheimer, además de los programas de estimulación cognitiva dirigidos a las personas diagnosticadas con Enfermedad de Alzheimer, una de las funciones que más se cultiva consiste en lograr el bienestar de todas las personas que se ven envueltas de una manera tanto directa como indirecta en esta Enfermedad, razón por la que tratamos que los familiares reciban ayuda en todos los ámbitos posibles y sepan que en la asociación atendemos cualquier duda, necesidad o dificultad que se les plantee.
La siguiente frase define a la perfección quienes son realmente el gran número de personas que se encuentran afectados por la enfermedad de Alzheimer: las personas diagnosticadas con la enfermedad y los cuidadores de su entorno más cercano.
“LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER ES UNA ENFERMEDAD FAMILIAR, AFECTA AL CEREBRO DE LA PERSONA ENFERMA Y AL CORAZON DE LOS FAMILIARES”
CRISTINA Mª MARTÍN ALONSO
PSICÓLOGA AFADS-NORTE DE CÁCERES
Nº COLEGIADO: EX01217